PUNTO DE VISTA
El ex presidente de CAPLA (Cámara Argentina de Papelerías, Librerías y Afines) e integrante del comité editorial del Boletín RED LIBRERÍAS nos ha enviado la siguiente columna.
Problemática de las librerías en América Latina
Por Ecequiel Léder Kremer
En estos últimos años he tenido la posibilidad de trabajar como colaborador del CERLALC en la coordinación de diversos talleres y conferencias para libreros de América Latina. Esto nos ha servido para establecer desde CAPLA un análisis comparado de situaciones en las distintas regiones de nuestro continente. Distintos países, distintas librerías, cadenas de librerías o librerías unipersonales, y siempre, una y otra vez, los mismos problemas, las mismas dificultades y las mismas carencias. Pero también las mismas convicciones, la misma vocación, las mismas certezas.
Dejando sentado que el principal problema educativo de la región fue y sigue siendo las condiciones paupérrimas de vida de una gran parte de la población, algunos de los problemas intrínsecos del sector que los libreros destacan una y otra vez son:
- Piratería editorial. En la casi totalidad de nuestros países, con distinta intensidad, los libreros debemos enfrentar una comercialización a toda luces ilegal. Una acción devastadora para autores, editores, distribuidores y libreros. Debemos trabajar para que los organismos de estado, los legisladores y también la opinión pública entiendan que la piratería y la reprografía ilegal no producen finalmente un mejor acceso al conocimiento, sino por el contrario, una degradación del mismo que golpea y desintegra los catálogos editoriales, empobrece a los autores y extingue a las librerías.
- Falta de hábito de lectura. La lectura como tantas otras conductas adquiridas surge, muchas veces, según nos dice Michell Petit, como un gesto de imitación vinculada a lo libidinal, al deseo. El lector consistente, quien lee por propia decisión, lee porque desea hacerlo, no como producto de un acto de imposición autoritario. Los caminos que conducen al deseo son muchas veces (por suerte) difíciles de anticipar. Es por ello que necesitamos de campañas de fomento del libro y la lectura que sean creativas, intensas y constantes. Necesitamos posicionar al libro en los medios de comunicación, no como un objeto de uso obligatorio y moralizante sino como una actividad apasionante, enriquecedora y conveniente. Leer es un placer, genial, sensual. Leemos cuentos, novelas, ensayos, historia, política, ciencias. Leemos, disfrutamos e incorporamos un conocimiento que cambia nuestra conducta y visión del mundo. Somos, a partir de este enriquecimiento que nos produce el contacto con el conocimiento, más eficientes, atractivos, sensibles, tolerantes y receptivos. Y el conocimiento está en los libros.
- Falta de poder adquisitivo en el público consumidor. Este fenómeno, real por cierto, encierra alguna falacia. En 1998 CAPLA (Cámara argentina de Papelerías Librerías y Afines) conjuntamente con la CAL (Cámara Argentina del Libro) y la dirección de Bibliotecas Municipales de la ciudad de Buenos Aires, realizó una encuesta cuyo objetivo era analizar el comportamiento del consumidor de libros. Y de los no consumidores. Se estableció un relevamiento cuantitativo sobre algunos casos, encuestas realizadas en puntos de venta, y también se trabajó en profundidad con grupos de lectores y no lectores. Si bien uno de los obstáculos en el acceso al libro, declarados por parte de los lectores tenía que ver con el precio, los grupos de no lectores lo ponían junto con la "falta de tiempo" como el principal impedimento para el consumo y uso de los libros. Lo notable es que estos no lectores no conocían prácticamente los precios de las diversas ofertas que en materia de libros ofrecía el canal de comercialización. El precio aparece como una excusa prejuiciosa a la hora de justificar la no lectura. Pero también como un déficit de nosotros, los libreros. En un mercado muchas veces superproductivo, donde el exceso de oferta, los demasiados libros, hace que se envíen permanentemente libros al saldo o a listas de mitad de precio, siempre debemos encontrar un libro adecuado en contenido y precio para cada potencial consumidor. Y esta es tarea del librero. Nunca debemos permitir que un cliente se vaya de nuestra librería sintiendo que no puede comprar nada porque toda nuestra oferta está mas allá de su capacidad de consumo. El mix de precios debe estar permanentemente presente a la hora de definir nuestra propuesta al público. También cierto es que algunos editores tienen la mano un poco pesada a la hora de fijar el PVP de sus libros. Por supuesto, en situaciones extremas el principal problema económico de la gente tiene que ver, antes que con el libro y la lectura, con el hambre.
- Falta de una ley de precio único que normalice el mercado, garantice el precio justo de los libros, y dirija la competencia al terreno del servicio y las bondades intrínsecas del producto libro. Los dos únicos países de habla hispana que cuentan con una ley de precio único son España y Argentina. En España hace unos años atrás determinaron la excepción de los libros de textos para dicha ley, aunque en la actualidad están estudiando volver a incorporar a los textos en el marco de la ley.
- Competencia desleal. Fundamentalmente la producida por el estilo de comercialización que llevan adelante algunas editoriales. El librero es ignorado como intermediario natural y conveniente. Acciones de venta directa, sobre todo en el sector de textos primarios y secundarios, a un precio sensiblemente inferior al costo neto del librero dejan al mismo fuera de carrera, como convidado de piedra. Las editoriales se lanzan a una competencia por precio, transformando a sus promotores en agentes de venta e improvisados libreros ambulantes, al mismo tiempo que padres, maestros y profesores devienen en encargados de compra. El festival de descuentos dentro de las escuelas comienza y nadie sabe dónde para, amenazando la rentabilidad misma de las editoriales que en algunos casos venden al costo o bajo el mismo con tal de lograr la adopción de su texto. No faltan testimonios sobre prácticas muy poco transparentes acerca de ofertas al docente de beneficios que poco tienen que ver con lo pedagógico. Las ventas directas, las ventas comunitarias, no solo debilitan al librero y al editor económica y financieramente, sino que además tienen la nociva consecuencia de sacar al publico de las librerías que van perdiendo sus tradicionales temporadas. Es necesario que con o sin ley de precio único editores y libreros pactemos nuevamente reglas de juego claras y convenientes para todos los actores.
- El libro debe tener un PVP único y este debe ser respetado por toda la cadena comercial. El editor, que es quien está en posesión del producto debe ser el principal garante del acuerdo. No faltarán terrenos donde se de la competencia. Pero por servicio, por asistencia, por completitud o por cualquiera de las muchas variantes que el público valora.
- Falta de personal competente. En muchos países conseguir personas que acrediten una formación formal o no formal, con una superficie de contacto amplia con el mundo de la cultura es sumamente dificultoso. La falta de instancias de capacitación agrava este problema.
- Falta de herramientas modernas para la gestión de la librería. La ausencia muchas veces, por ejemplo, de un programa de gestión adecuado que facilite la evaluación y administración eficiente de los stocks causa grandes pérdidas a los libreros.
¿Y las soluciones?
Necesitamos editores y libreros que se visualicen mutuamente como aliados estratégicos. Editores que asuman que la librería es el lugar de privilegio del libro y libreros profesionales que den respuestas adecuadas a los requerimientos del público y de las editoriales. Un canal donde la información sobre libros circule del editor al librero y viceversa en forma fluida y eficiente para llegar al público lector en forma clara y tentadora. Para apoyarnos mutuamente en una gestión eficiente que racionalice al máximo los recursos puestos en juego por cada una de las partes.
Necesitamos instituciones empresarias dinámicas con real vocación de representación sectorial que incluyan a todos los involucrados en el proceso de producción y comercialización del libro. Y para esto deben existir proyectos, herramientas de análisis, y objetivos claros. El marketing de sector se presenta como una alternativa cada vez más necesaria para los pequeños y medianos libreros y editores. Lo que no podemos hacer cada uno individualmente probablemente podamos hacerlo entre todos.
Los libreros debemos defender nuestro lugar preponderante en la circulación del libro. Reconociendo nuestros carencias. También nuestras fortalezas y potencialidades.
Como decimos desde hace un tiempo, el olfato del librero, sus lecturas, su experiencia y su pulso siguen siendo la herramienta más valiosa con que podemos contar, y que hace la diferencia entre un lugar donde se apilan y venden libros y una librería. Los lectores saben apreciar esto.
Bibliografía sugerida
Tanja M. Ringenwaldt Manual para libreros. Herder. Barcelona.2000
Sagastizabal, Estévez y otros. El mundo de la edición de libros . Paidós. Buenos Aires.2002
CA.PLA Estudio sobre hábitos de lectura y mercado del libro. Catterberg y asociados. Buenos Aires. 1998
Epstein Jason. La industria del libro. Anagrama. Barcelona 2001.
Zaid Gabriel. Los demasiados libros. Anagrama. Barcelona.1996
Shatzkin Leonard. Cómo seleccionar títulos rentables. FCE . México. F. 2004
Schiffrin André, La edición sin editores. Destino Barcelona. 2000
Diderot, Denis. Carta sobre el comercio de libros. FCE. Buenos Aires 2003
Herralde Jorge. El observatorio editorial. Adriana Hidalgo. Buenos Aires 2004
Federación de gremios de Editores de España. Precio fijo del libro ¿Por qué?
Referencia: http://www.cerlalc.org/nuevo_boletin/08/RedLibreros9/Punto1.htm
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