viernes, 24 de abril de 2009

¿Te gustan las librerías de viejo?

9 de Abril 2009
La búsqueda de los libros de Luis Spota, autor que causó mucha polémica la semana pasada, me llevó a una “librería de viejo”. Tuve la oportunidad de hablar con su dueño, Agustín Jiménez, quien me ayudó a desterrar ciertas ideas acerca de las también llamadas “librerías de ocasión” y a comprobar algunas de mis teorías. De entrada, yo pensaba que quien se dedicaba al negocio de la compra-venta de libros usados lo hacía por herencia familiar. No es así en el caso de La Torre de Lulio, que así se llama el local de Jiménez, ubicado en la colonia Condesa, en la Ciudad de México, ya que él decidió comenzar esta labor desde cero, aunque decir que desde cero no es justo, porque arrancó como gran lector y amante de los libros. Hay, sí, una dinastía de libreros de viejo en el Centro Histórico de la Ciudad de México, en donde varios de los locales pertenecen a la familia López Casillas. Hay muchas más (librerías y dinastías de libreros), yo mismo las he visto en ciudades como Xalapa, Culiacán, Puebla.

¿Pero por qué ir a una librería de volúmenes usados? Para mí es el sitio en donde encuentro todo lo que no sea novedad. De pronto las grandes librerías han estandarizado sus catálogos y uno sabe que en casi todas hallará los mismos libros en la mesa de novedades y un poco de variedad en los anaqueles. La librería de viejo, por el contrario, es un lugar al que se va por la sorpresa, por el texto que no editó más, por un raro ejemplar de edición limitada o simplemente a dejarse seducir por el libro como objeto que, contra todo pronóstico, no se extingue.

¿Tú compras libros viejos? Yo sí. Sobre todo porque las grandes casas editoriales han dejado de lado a muchos autores que no son negocio y si se les quiere leer, los libros de antaño son la única opción. Pero no sólo es un asunto de conveniencia, cuando veo, en cualquier rincón de la ciudad, a alguien vendiendo libros usados, invariablemente me detengo a curiosear. Es el síndrome de la búsqueda del tesoro: así, por ejemplo, encontré hace algunos años un ejemplar firmado de una novela de Alfredo Bryce Echenique.

Agustín Jiménez me cuenta que en librerías como la suya subsiste la figura del librero, ese ser culto, con gusto y amor por libros, que sabe de autores, ediciones, géneros y puede orientar tanto a estudiantes de secundaria como a coleccionistas exigentes. Es su caso: a él llegan escritores como Guillermo Sheridan, Juan Gelman, Alí Chumacero en busca de primeras ediciones de autores como Octavio Paz, Jaime Sabines o Marco Antonio Montes de Oca. Se queja, y yo lo secundo, del poco oficio con que cuenta el personal de las “librerías de nuevo”, en donde a veces ponen cara de susto cuando se les pregunta por algún autor que no sea de los de cajón.

¿Crees que el libro está destinado a desaparecer debido a la tecnología? Ya hay e-books, se pueden bajar libros en formatos varios y muchísimas bibliotecas tienen enormes catálogos digitalizados. Sin embargo, comentamos Agustín Jiménez y yo, esto no ha hecho sino revalorar al libro. Me explico: en los formatos digitales no hay primeras ediciones, ni libros autografiados y mucho menos dedicados de un escritor a otro, tampoco se cuenta con las notas al margen hechas por algún obsesivo lector (yo odio los libros marcados, pero hay a quien le gustan), y mucho menos ilustraciones o grabados de gran valor. ¡Y qué decir de los encuadernados y empastados! O de las calidades de papel o la belleza de la tipografía. Yo auguro que en unos años el libro será un objeto cada vez más valioso, especial e incluso elitista.

Encontré que los libros y las librerías de viejo gozan de cabal salud y sólo son amenazados, igual que nosotros, por el paso del tiempo: somos papel.

¿Tú visitas librerías de viejo? ¿Qué virtudes, ventajas, desventajas les encuentras a estos establecimientos? ¿Prefieres los libros nuevos? ¿Has hecho hallazgos interesantes entre los anaqueles de las también llamadas librerías de ocasión?

Ah, y sí, Jiménez tiene todo de Luis Spota.

EN LA META

Ve preparando un par de libros para Semana Santa, La Reina del Pacífico, de Julio Scherer no tiene desperdicio, es una gran entrevista periodística que nos descubre una personalidad muy interesante y su relación con capos y narcopolicías. Si lo tuyo son los libros usados, te recomiendo que leas a Lope de Vega, un autor del Siglo de Oro que, él sí, nunca pasará de moda porque su obra es eterna; o bien, déjate llevar por tu gusto y elige lo que te atraiga.

Referencia:
http://blogs.eluniversal.com.mx/weblogs_detalle7401.html

Referencia:

Librerías de viejo en Santiago de Chile

Librerías "de viejo", tesoros que cuidar
Nos hacemos eco en esta ocasión de un artículo de Andrea Fresard, publicado anteriormente en la revista Patrimonio Cultural, y que cuyo texto reproducimos desde la web de Escritores.cl, Literatura chilena en Internet .

Los libros usados y antiguos no conocen ni la publicidad ni el marketing. Las pequeñas tiendas repartidas en lugares específicos de Santiago son baúles que atesoran sin pretensión ejemplares, tanto de la historia editorial de nuestro país, como rarezas que llegaron en las manos de algún extranjero. La variedad es interminable. Primeras ediciones, títulos sin reeditar, dedicados, autografiados, ediciones únicas. Tapas de tela, cartón y cuero. Hojas en papel biblia y páginas ocres que guardan en celoso secreto cuántos ojos las recorrieron.

Son verdaderos oasis repartidos por Santiago. Para los parroquianos, un deleite a los sentidos y un pasaje a la memoria. Al entrar en una librería "de viejo", la mirada es invitada a cabalgar en los lomos que descansan en anaqueles que hacen desaparecer los muros del local. Pasillos estrechos se convierten en rutas de exploración, que al final de la jornada recompensan con más de algún descubrimiento.

Razones para preferirlos, muchas. Será la complicidad que se establece con el lector. Quizás el romántico deseo de encontrar una obra que abrió el mundo o un corazón. O la nostalgia de esas ediciones que recuerdan otros años, lo que sumado a precios que están al alcance de todos, permite que el encanto que ejercen los libros usados se resista a morir.

Vitrinas viejas, tesoros vivos

La céntrica calle San Diego pareciera ser el enclave más antiguo de tiendas de libros usados, al menos en Santiago. Sobreviven entre fuentes de soda, armerías, populares tiendas y otras en las que el tiempo no toca sus vitrinas, inmutables desde hace años. Desde la Alameda y hasta la Plaza Almagro, se inicia una ruta que muchos padres realizaron como estudiantes y que ahora emprenden en el mes de marzo, con la certeza de encontrar textos escolares usados en buen estado y a precios convenientes.

En las librerías de San Diego, el constante murmullo de las micros parece desaparecer y el sofocante calor del verano -o la lluvia del metálico invierno santiaguino- se olvida. Si no se tiene un título en mente, no importa. Se puede estar toda una tarde nadando entre anaqueles, revisando libros y revistas que nos hicieron soñar cuando niños, las que entretuvieron a nuestros padres y las que aconsejaron a nuestras abuelas.

La de Luis Rivano -dramaturgo y escritor- es una de las librerías más conocidas de este céntrico sector. Los incondicionales, que han mantenido sus visitas durante sus tres décadas de existencia, han sido testigo de cómo este espacio se ha transformado en un negocio familiar. "Es muy difícil clasificar el público que viene", comenta su hija, Graziella Rivano. "De repente llegan niños de doce años que saben muy bien lo que quieren y te das cuenta de lo bien encaminados que están en cuanto a sus gustos literarios".

Mientras conversamos, atiende a una señora muy elegante que cuidadosamente acomoda en una caja varias novelas con tapas de un cartón deslavado por el tiempo. Constantemente se acerca gente a la puerta: "¿Tiene algo acerca del movimiento sindical chileno?". Las consultas continúan. Esa mañana los requeridos son Baudelaire, Cortázar, Skarmeta y Magallanes Moure. Detrás del mostrador, don Luis contesta raudamente si los tiene o no. "Sé lo que tengo. Todos los libros que ves pasan por mis manos antes de ser puestos a la venta. Sé desde a quién se los compré hasta su número de edición, y el único registro, mis ojos". Es difícil calcular cuántos libros hay en el local. "Lo que ves aquí no es ni el uno por ciento de lo que tenemos", comenta Rivano.

El origen de los libros es diverso. Provienen de remates de editoriales, avisos en los diarios, demoliciones o del anaquel de algún intrincado lector. "Hay gente que se cambia de casa, que se va a un lugar más pequeño o a un departamento y que no tiene espacio para conservar sus libros, otras veces muere alguien y la familia opta por deshacerse de su biblioteca. También hay personas que pasan por un mal momento económico y comienzan a vender poco a poco y guardan hasta el final las obras de mayor valor", indica la dueña de Euclides, una de las tantas librerías que se encuentran en las galerías de Providencia frente a la estación del Metro Manuel Montt. Llama la atención una mesa con ofertas, rodeada de colecciones de novelas policiales, historia del arte, y música que conviven con volúmenes de la colección Aguilar de distintos autores, manuales de quiromancia y un texto con las obras completas de Baldomero Lillo. Cuesta sólo $2 mil.

Usados, antiguos y libreros

Entre Almirante Pastene y Providencia se concentra más de una decena de libreros. Locales atestados de volúmenes, vitrinas que se abren desde afuera, clásicos que acaparan la atención por sus precios convenientes, títulos y materias difíciles de encontrar -como algunas colecciones eróticas-, y verdaderas antigüedades. Algunos de ellos enfocan sus colecciones hacia áreas específicas. Es el caso de Chile Ilustrado, ubicada un poco más al oriente, frente a la Iglesia de la Divina Providencia. Su dueño, Erasmo Pizarro, se ufana, y con toda razón, de contar con libros de 1750.

Es parada obligada de coleccionistas extranjeros y chilenos, entre los que se encuentra el empresario Carlos Cardoen, "aunque últimamente están llegando industriales jóvenes interesados en nutrir sus bibliotecas de curiosidades y volúmenes que son verdaderas reliquias". La gran mayoría del material a la venta tiene relación con nuestro país. Historia, Antropología, Folclor, Botánica y Arquitectura. La ubicación lo favorece. En El Patio, es vecino de un restaurant muy frecuentado, sobretodo por extranjeros. No es casual, entonces, que el local vecino -también de libros usados- se llame Books y se especialice exclusivamente en títulos en inglés.

Erasmo Pizarro aclara que es un librero, no un mero vendedor y defiende a los que cómo él, venden libros que no sólo son usados, sino tesoros añosos, finitos e irrepetibles. Sabe tanto del contenido de los volúmenes como de su historia así como la gran mayoría de los dueños de estos singulares enclaves. Tiene obras de tanto valor que ascienden a $ 600 mil que datan del siglo XIX. Los precios de los ejemplares más antiguos o raros no son antojadizos. Consulta constantemente el catálogo inglés Maggs Bros. Ltd. y a menudo satisface encargos desde Europa. Destaca y aclara que él y los de su rubro son libreros, no meros vendedores de libros. Saben tanto del contenido de cada volumen que tienen, como de su historia.

Feria del Libro Usado

Diversas iniciativas sacan los libros usados de sus estantes -como quien sale de vacaciones- para reunirlos en ferias donde son los protagonistas absolutos. Curiosamente, los escenarios escogidos parecen los más propicios por la arquitectura que los rodea. En la Plaza Centenario de la avenida Pedro de Valdivia, el Palacio Consistorial de la I. Municipalidad de Providencia es el telón de fondo de la Muestra de Libros Antiguos, que en enero pasado tuvo su tercera versión.

Así es como el mes de febrero, una antigua casona de calle Santo Domingo acoge desde hace ocho años la Feria del Libro Usado. Organizada por la Universidad Mayor en conjunto con la Asociación de Empresarios de Libros Usados y Libreros Anticuarios, el Grupo de Libreros Pablo de Rokha y Libreros Independientes, tiene como objetivos fomentar el hábito de la lectura, reunir distintas generaciones en torno al libro y dar a conocer la tradición literaria a través de obras de escritores tanto del pasado como del presente. Además de ofrecer gratuitamente al público el acceso a un variado, exquisito y económico menú de obras y autores, este año -como ya es tradición- la feria estuvo dedicada a un tema específico: el Teatro Chileno desde 1900 a 1950.

Esta exposición bibliográfica fue la continuación de una labor que los libreros realizan todo el año, rescatar y revivir la historia contenida en lo que parecen frágiles y humildes volúmenes, pero que en realidad son sólidos testimonios de nuestra cultura.

Más, pero nunca lo mismo

Los libros usados no son exclusividad de barrios como San Diego, Lastarria y galerías de Providencia. Tal como en los galpones del Persa Bío Bío textos y revistas usados coexisten con discos y cachureos, Valparaíso no se queda atrás. A un costado del Congreso Nacional, la feria de antigüedades La Merced es visita obligada para turistas y porteños. Como en un túnel del tiempo, entre vitrolas que pintan de tango y milonga la brisa marina, este paseo cuenta con varios puestos de libros usados llenos de revistas como Margarita, Ecrán y Estadio entre poesía y cancioneros. Con suerte y paciencia se puede encontrar ejemplares que valen la pena como Las Flores del Mal de Baudelaire en francés. Descubrimientos como éste son aún más gratos al saber que esta hermosa edición de los años '50 cuesta sólo $ 5 mil. Curiosidades no faltan. Junto al libro Rojo de Mao Tse Tung reposa la cara de un joven Adolf Hitler en la tapa de Mein Kampf. La edición es de la década del 30, está en alemán y cuesta $120 mil. Hay varios tomos de la colección de arte de la editorial Taschen, que varían según del artista que se trate, así como una publicación con fotos de divas del teatro español de la década del 20. Para no perdérsela.
Referencia:
http://libroantiguomania.blogspot.com/search/label/Librer%C3%ADas

La Biblioteca "José María Lafragua"

La Biblioteca “José María Lafragua” tiene bajo su custodia importantes libros y documentos que han sido compilados durante un largo periodo que abarca desde el inicio de la obra educativa de la Compañia de Jesús allá por el siglo XVI hasta nuestros días con la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Posee once incunables, dos códices indígenas del siglo XVI, un códice europeo del siglo XIV y aproximadamente 55.000 libros antiguos.

Como parte de los proyectos previstos por la Biblioteca "José María Lafragua" para este 2008 se ha convocado el Tercer Diplomado de Gestión del Libro Antiguo, dirigido a la comunidad bibliotecaria, en el que se prevé la participación de académicos y especialistas de primer nivel de México y el extranjero, quienes expondrán los últimos conocimientos y estrategias en torno al cuidado y preservación del libro antiguo.

Manuel de Santiago Hernández, director de la Biblioteca “José María Lafragua”, anunció también la realización del Segundo Encuentro Nacional de Bibliotecas con Fondos Antiguos a celebrarse a finales del presente año en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, donde se promoverá la capacitación en torno al manejo, cuidado y preservación de este acervo. La reunión será aprovechada para presentar dos documentos fundamentales que pretenden contribuir a la preservación del libro antiguo: el Manual Básico de Conservación Preventiva de la maestra Martha Elena Romero Ramírez y Luis Enríquez, y el Manual de Identificación Tipográfica Histórica, de la maestra Marina Garone Gravier.

Referencia:
http://libroantiguomania.blogspot.com/search/label/Cursos%20sobre%20libros%20antiguos
http://librerosmexicanosdeviejo.blogspot.com/

¿El fin del negocio de los libros de viejo?

El pasado 21 de abril el diario económico Expansión nos deleitó con un interesante reportaje realizado por Manuel Haro desde Barcelona titulado "El negocio que se esconde tras los libros de viejo":


Muchas librerías anticuarias han cerrado sus puertas en los últimos años en Barcelona por el alza de los alquileres. La antigüedad, el estado de conservación y el valor sentimental intervienen en la fijación del precio.

Los libreros de Barcelona coinciden en sus opiniones sobre el negocio de los libros de viejo: “es un medio precario pero seguro, con el que se puede subsistir”, explican los libreros consultados. Abrir una tienda de libros antiguos no es fácil, dado que requiere tener un fondo muy amplio para empezar a vender; por esa razón en los últimos años no se ha abierto ningún establecimiento nuevo en Barcelona.

En cambio, “sí que ha habido libreros que han echado el cierre a sus tiendas porque los alquileres de los locales son muy altos y les sale más rentable trasladarse a un almacén y vender sus libros a través de Internet”, explica Albert Obradors, presidente del Gremi de Llibreters de Vell y propietario de la librería Casals. Albert Roqué, dueño de Els Llibres del Tirant, tiene uno de los catálogos de libros más preciados de Barcelona y, en vez de venderlos a través de tienda, prefiere hacerlo en su despacho en la calle Muntaner de Barcelona, donde atiende a sus clientes con cita previa: “lo hago –explica Roqué– por comodidad”.

Un librero tiene una facturación media de entre 6.000 euros y 10.000 euros mensuales (contando la venta de libro antiguo y de ocasión), aunque Obradors matiza que algunas librerías sólo se mantienen con la venta de volúmenes de ocasión, por lo que su facturación no supera los 3.000 euros mensuales. Miquel Requena –antiguo propietario de la librería Studio de la calle Aribau de Barcelona– explica que hay una gran diferencia entre un librero y un comerciante: “El primero espera el momento oportuno para vender un libro; el comerciante, en cambio, tiene prisa por vender su catálogo al precio que sea”.

Una librería anticuaria es, por norma general, un negocio familiar. Son pocos los que deciden abrir una tienda de este tipo; lo normal es que el local tenga varias décadas de historia. La librería Studio es un ejemplo de negocio familiar: Requena abrió sus puertas hace aproximadamente 40 años y cuando se jubiló cedió el negocio a su esposa. “En el futuro –asegura– será mi hija la que se encargue de todo esto”.

La librería anticuaria Farré, en cambio, tiene un perfil diferente. Josep Maria Farré adquirió la librería de la calle Canuda de la capital catalana hace 15 años y ha conseguido crear una estructura empresarial con nueve empleados y una venta activa en tienda, almacén, Internet y ferias. Entre sus clientes se encuentran entidades públicas y privadas interesadas en formar su propia colección de libros antiguos. En su caso, la facturación mensual es superior a la media habitual. Obradors empezó en el negocio de las antigüedades y en 1986 decidió abrir con su esposa la librería Casals, en la calle Aribau de Barcelona. Roqué abrió su despacho –Els Llibres del Tirant– hace ocho años, aunque lleva más de dos décadas dedicado al mundo de los libros.

El valor
Los libreros también coinciden en que un libro nunca pierde valor, sino que, a largo plazo, puede aumentar su precio considerablemente: “Hace pocos días compré una biblioteca a un particular que la había heredado de su padre –afirma Obradors–; cada libro le costó 1,2 euros y ahora esos volúmenes pueden venderse a 60 euros”. Farré señala que hace años vendió una revista difícil de encontrar por 150 euros y ahora la ha recomprado a su propietario por cinco veces más y “todavía –asegura– se pueden obtener beneficios de ella”. Farré dice además que hay coleccionistas que especulan con los libros, que compran para vender más tarde a un precio superior, “aunque esto lo hacen más por entretenimiento que por beneficio económico”.

El precio del libro lo fija el propietario, él decide su valor. “Antes de la llegada de Internet –dice Obradors– el mismo libro podía tener un precio muy bajo en Barcelona y uno muy alto en Bilbao, pero ahora el cliente puede comparar tarifas a través de la red y eso provoca que los precios sean más competitivos”. En cualquier caso, el valor de un libro se fija en función de muchos aspectos, como pueden ser el estado del ejemplar, la época en que haya sido publicado o la tirada que tuvo ese título. Entre los libros más preciados están los incunables (publicados desde el nacimiento de la imprenta hasta 1499), las primeras ediciones –actualmente en Catalunya están muy buscadas las de Salvat Papasseit, que pueden alcanzar los 2.500 euros– y los manuscritos.

A su precio de mercado hay que añadir el valor sentimental que el libro tenga para el librero. Miquel Requena –de la librería Studio– afirma que “cuando tenemos cariño a un libro y un cliente pregunta por él, lo pasamos mal y a veces rehusamos deshacernos de él por el miedo a no volverlo a ver más, aunque eso signifique vender menos”.

Método Hipócrates
El sistema Hipócrates es un método para fijar precios que todavía algún librero utiliza. La ley obliga a marcar lo que cuesta cada libro, pero puede que algún comprador encuentre ejemplares que, en lugar de llevar el precio fijado, tiene una referencia con letras. Se numera cada letra de la palabra Hipócrates del uno al diez (ninguna letra se repite, por lo que no hay confusión con los números); de ese modo la H es el uno, la I el dos… la E el nueve y la S el cero.

Si un librero considera que el precio de un libro es de 1.200 euros, en vez de marcar esta cifra, pondrá HISS. Si el comprador es experimentado, no tendrá problemas en saber cuánto vale el libro; si, por el contrario, no lo es, el librero podrá variar el precio dependiendo del cliente o de las ganas que tenga de vender el libro. Obradors asegura que “desde el Gremi de Llibreters de Vell –entidad que preside– luchamos contra estas irregularidades”.


Nota de El blog de los libros antiguos sobre Joan Salvat-Papasseit: es un poeta catalán, máximo exponente del futurismo catalán. Se inicia en el anarquismo y forma parte de la redacción de la revista Los miserables, afín a esas ideas. También es el bibliotecario del Ateneu Enciclopèdic Popular. Los artículos que escribió en la época se recogerían en el volumen Humo de fábrica. Giraría su rumbo ideológico y terminaría afiliándose a las Juventudes Socialistas.

Los libros de poesía que escribió son:
Poemes en ondes hertzianes (1919).
L'irradiador del port i les gavines (1921).
Les conspiracions (1922).
La gesta dels estels (1922).
El poema de la rosa als llavis (1923).
Óssa Menor (1925).

El compedio de artículos Humo de fábrica es de 1918.

(cada enlace envía directamente a la búsqueda y compra del libro correspondiente)
Refencia:
http://libroantiguomania.blogspot.com/search/label/Cursos%20sobre%20libros%20antiguos