sábado, 15 de diciembre de 2012

Librerías de viejo, en busca de mejores tiempos


La consulta en Internet, la falta de conocimiento en los títulos y la crisis económica afectan su compra, aseguran vendedores.
EN LAS LIBRERÍAS DE VIEJO SE PUEDEN ENCONTRAR VOLÚMENES USADOS, ANTIGUOS, DESCATALOGADOS, RAROS Y CURIOSOS.
Los libros olvidados que están en el mueble de la sala o los ya muy viejos que han tomado un tono amarillo son útiles y hasta podrían incrementar el ingreso económico a su hogar, debido a que en la ciudad se encuentran decenas de librerías que compran y venden este tipo de reliquias textuales. Se trata del intercambio de libros que mientras a alguien ya no le sirven, otra persona los necesita.
En muchas ocasiones, estas librerías son para los amantes de los libros la principal opción en la búsqueda del texto deseado, además de fungir como guía, al acercar y fomentar la lectura en un precio accesible en comparación con los nuevos. Pero a pesar de esto, la crisis económica y el desarrollo de la tecnología, especialmente Internet, han afectado las ventas, según comentan sus dueños.
“Todos los días hay familias nuevas que tienen computadora e Internet y eso va mermando la venta de esto”, comenta Macario Zamora, dueño de la librería El desván del Quijote, ubicada en López Cotilla 813, por lo que para subsistir ha tenido que invertir dinero de otros negocios.
Con este comentario concuerda la encargada de la librería Ítaca, situada en Marsella 159, Leslie Vargas, quien considera que, en los últimos años, las ventas bajaron y aunque la temporada decembrina normalmente es buena, “en general ha estado tranquilo”. A esto se suma también la ubicación del local y en el caso de Ítaca, comenta su dueña, es la segunda opción de los compradores en la zona, puesto que primero se van a las grandes empresas que están en la colonia, como Gandhi, Fondo de Cultura Económica (FCE) o Gonvill. “La gente primero se va a Gandhi, a los nuevos y muchas veces no se dan cuenta que estamos nosotros o ya nos toman como última alternativa, cuando de plano no lo encuentran en las otras”.
Para Macario Zamora, otra deficiencia que no ayuda a que prosperen las librerías de viejo, como se les llama, es la falta de profesionalización del vendedor o librero, quienes no tienen conocimiento sobre cómo se fabrican los libros, su valor, el nombre de los títulos clásicos o las novedades, además de no tener contactos para localizar el texto que el cliente les pida. “El problema es que llegas a una librería y no te saben, sólo son vendedores”. Y esto, asegura, es necesario.
Las librerías de viejo trabajan mediante la compra y venta de libros usados, en donde cualquier persona que le interese algún texto o tenga libros que ya no los utiliza en casa puede ofrecerlos.
Alberto Cervantes tiene en Juárez 582 la librería Cervantes desde hace veinte años y menciona que ahora los jóvenes “bajan de Internet los libros y si no los encuentran, entonces ya los buscan acá”. Las temporadas que aumentan un poco las ventas son cuando ingresan los estudiantes a clases.
Carlos Romo tiene 31 años dedicándose a vender libros. Desde hace cuatro años, la librería Romo incluyó en su catálogo también el nicho de los libros usados, porque según su dueño, son más vendibles que los nuevos. Además, donde se ubica su negocio, en López Cotilla, se “llenó de este tipo de librerías y también le tiene que entrar uno a la competencia”.
El poder adquisitivo y la prioridad que las personas les dan a la compra de un libro es el principal factor de las bajas ventas, aunque “se tiene más libertad en gastar 30 y 40 pesos en un libro usado que 200 en uno nuevo”.
En general, comentan los libreros, los clientes que frecuentan estos negocios son jóvenes de entre quince y veintidós años, además de los compradores más consolidados, como los adultos jóvenes.
Claves
Primeras ediciones y joyas literarias
• El libro más caro que recientemente ha vendido la librería Ítaca fue de nueve mil pesos, una primera edición de Pedro Páramo. En 32 mil pesos, una enciclopedia del siglo XIX ha sido uno de los textos más caros que ha vendido la librería El desván del Quijote.
• Las librerías de viejo trabajan mediante la compra y venta de libros usados, donde cualquier persona puede ofrecer los libros que desee y se cotizan según la antigüedad y el tema que traten.
• Los libros más viejos que ocupan el catálogo de estas librerías datan del año 1700.
• La librería Ítaca cuenta con aproximadamente cinco mil libros en su catálogo. La librería Cervantes, aunque no ha hecho inventario, calcula tener seis mil textos. La librería El desván del Quijote, con cuatro sucursales, dispone de 70 mil libros.
A viva luz
Un paraíso de letras
Sitios que sobreviven con el paso del tiempo aunque sus libros estén amarillos y a punto de deshojarse. Catálogos de títulos que no están inventariados electrónicamente, según sus encargados, y que sin embargo cuentan con una abundante lista de títulos que son descontinuados, hay pocas ediciones o son, a veces, ejemplares únicos.
En algunos puntos de Guadalajara persisten las librerías de viejo, algunas creadas desde hace más de quince años y otras con menos tiempo pero que se han hecho de fama por su gran abanico de títulos, que abarcan desde las novedades a las más antiguas ediciones.
Algunos editores independientes relatan su percepción de estas librerías, las que fueron y son sus favoritas, las compras que han realizado y algunos de sus retos.
JORGE ORENDÁIN
Editorial La Zonámbula
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Sólo recuerdo la librería Cervantes y la que me gustaba mucho pero desapareció porque murió su dueño, Silvestre Macías, era Jardín de senderos. Recomiendo la librería Cervantes todavía.
Las librerías de viejo siento que tienen que actualizarse y replantearse ese estigma de libros usados nada más y meter otro material que también sea accesible para los lectores.
El libro es un objeto insustituible, aunque reconozco las grandes virtudes que tiene la computadora o todo lo que tiene que ver con el mundo cibernético, pero sí se siente una disminución en cuanto a la lectura de muchos lectores potenciales, incluso de lectores que suelen ir a las librerías de viejo ya los puedes conseguir vía Internet.
FELIPE PONCE
Ediciones Arlequín
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Para mí es fundamental la existencia del librero de viejo. Es conocedor y encaminador a lectores. Personalmente, puedo decir que desde niño visito esas librerías y poco a poco en ellas me he surtido de una biblioteca atractiva para mí y es mi mejor manera actualmente incluso de surtirme de libros.
Recomiendo la librería Cervantes, la número dos es El desván del Quijote y otro de los libreros al que le compro es Antonio Mendoza, que lo veo en los tianguis.
Tengo la percepción de que ha aumentado el número de librerías y el número de personas que venden este tipo de libros, por ejemplo, en los tianguis; hay también chachareros que venden, pero eso es otra cosa.
JORGE SOUZA
Director de Literatura de la Secretaría de Cultura de Jalisco
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No creo que las librerías de viejo estén en extinción, ahora están más organizadas. Se ponen en el tianguis de Chapultepec, en el del Ex Convento del Carmen los viernes, en el tianguis cultural… Creo que tienen un público que no las abandonaremos jamás.
No se pierde la sacralidad del libro como objeto. Todavía un incunable o un libro de esos raros te estremece, te conmueve, el libro sigue siendo un libro sagrado en muchos sentidos y sí, claro, hay que pensar también que esa devoción al libro está ligada a su contenido. Hay algunos que no merecen más que regalarse o tirarse.
Yo siempre he pagado poco, lo más que he pagado han sido doscientos pesos por los del parnaso mexicano, los tres números.
LUIS ARMENTA
Mantis Editores
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Yo iba con Silvestre Macías, de Jardín de senderos. En la actualidad me manejo muy poco de librería de viejo, si quiero un libro usado lo busco en Amazon.
De viejo es mejor en México, en la calle Donceles, que es donde están todas las librerías. Pero en Guadalajara, lo último que me compré fue en el callejón del Ex Convento del Carmen.
A mí me parece que a los amantes de los libros, las novedades no siempre les dejan satisfechos. Hay que buscar en libros antiguos, en libros viejos, en los que va llevando la gente a veces por la ciudad o cuando muere un escritor, que se deshacen de su biblioteca, es cuando te puedes hacer de un libro interesante.
Los formatos electrónicos, lo que nos han permitido es revalorar todos estos libros antiguos o los libros que están haciendo con mejores materiales, nuevas tipografías, que no te permite el libro electrónico.
Guadalajara • Miriam Pulido
http://www.milenio.com/cdb/doc/impreso/9090875