domingo, 19 de abril de 2009

Kilometro del libro en Aguascalientes Asociacion de Libreros de Aguascalientes A. C.

A favor de la educación sexual en libros gratuitos, Pérez Pardo PDF Imprimir E-Mail
escrito por Mauricio Navarro
domingo, 29 de marzo de 2009

La regidora por el municipio capital, María Ester Pérez Pardo, dijo estar a favor de que se imparta educación sexual en los libros de texto gratuitos, porque a su parecer éste es un tema que merece un espacio para el análisis y sobre todo el entendimiento de las nuevas generaciones.

Porque el contenido de los libros no lo es todo, subrayó que “primero tendríamos que preparar bien a los maestros que van a impartir las clases, para que los niños reciban la información como tiene que ser”, porque el riesgo de la desinformación es latente y puede llegar a atrofiarlos más que orientarlos.

Consideró que estos contenidos han sido abordados durante muchos años, “cuando yo estaba en sexto año también recibí clases de sexología”, abordada siempre con la delicadeza que merece un niño, sólo que estas exposiciones deberán de estar apegadas a los programas que marcan el desarrollo de la educación, puntualizó.

Estas declaraciones tuvieron como escenario el segundo Kilómetro del libro, promocionado por el municipio de Aguascalientes. La intención de la campaña ‘Volemos juntos’, era recabar en un tiempo menor al del año anterior, un kilómetro de bibliografía, consiguiéndose recopilar más de 12 mil libros nuevos.

El material editorial será distribuido en las diferentes escuelas del municipios, dándose prioridad a los planteles educativos ubicados en las zonas rurales, también se verán beneficiadas las bibliotecas públicas de la ciudad.

En presencia del alcalde capitalino, Gabriel Arellano Espinosa, cientos de aguascalentenses se dieron cita en la puerta principal del Palacio Municipal para donar todo el acervo que consideraron abonará al desarrollo educativo de varios niños y jóvenes.

Como parte de las donaciones, el primer edil entregó un ejemplar sobre la Constitución del Estado de Aguascalientes, así como un libro del colombiano Gabriel García Márquez. En su recorrido lo acompañó Patricia González de Arellano; ambos se vieron gustosos por lograr la meta en un tiempo de 60 minutos.

La plaza de armas fue el contexto para que miles de libros engalanaran la explanada, aunque el evento transcurrió con cierto entusiasmo de los presentes, algunos más aventurados aprovecharon el momento para levantar algún libro y tomarlo sin permiso.

Las entregas estuvieron amenizadas por la banda sinfónica municipal y grupos de estudiantes que expusieron sus dotes histriónicas frente a un público interesado en la transformación de su municipio.

El titular de la Secretaría de Desarrollo Social, Juan Manuel Gómez Morales, señaló que actualmente existen ocho bibliotecas públicas del municipio en diversas colonias de esta capital, que sumadas a las siete ubicadas en las comunidades rurales, brindan atención a 75 mil usuarios potenciales que buscan información actualizada en los diversos temas del conocimiento, por lo cual resaltó la importancia de dotar con un mayor número de textos a estos lugares del conocimiento.

Cabe hacer mención que una vez más se hicieron presentes diversas instituciones educativas, como la Universidad Autónoma de Aguascalientes, Universidad Cuauhtémoc, Universidad Panamericana, el Bachillerato de la UAA, además de algunos regidores, la Asociación de Libreros, ciudadanía en general, así como las diversas dependencias del ayuntamiento.

Referencia:

http://lajornadaaguascalientes.com.mx/index.php?option=com_content&task=view&id=1683&Itemid=7

Una Familia de libreros

Guillermo Cordero García



Asomarse a una de las historias que están detrás de las librerías de viejo, es hacerlo también a la manera en que se hacen los gremios de trabajo. Cuando uno se asoma a la historia de las librerías de viejo, a la manera en que se han multiplicado en el transcurso de unas cuantas décadas, es inevitable sentir orgullo por los beneficios sociales de la educación. Como nos cuenta en estas líneas nuestro entrevistado Fermín López Casillas, en el transcurso de dos generaciones su familia ha tenido que adaptarse a una clientela cada vez más variada y creciente. De ahí que lo que se iniciara como un puesto ambulante se ha transformado en un importante número de librerías, donde la gente común y corriente encuentra una fuente económica de información y esparcimiento a partir de los libros.

¿De dónde vienen las librerías de viejo?
Todo empieza en el mercado dominical de La Lagunilla del centro histórico de la ciudad de México. Casi todos los libreros estábamos ahí. Sólo algunos tenían librería, porque en ese entonces no había necesidad de ponerlas. En todo caso tenían locales muy pequeños o, de plano, se establecían en las entradas de las vecindades o los edificios.

Nosotros pertenecíamos a una organización que fundó mi padre: la Unión de Libreros de México. Creo que todavía existe. Se formó para que los dejaran colocar sus puestos, ya que en ese entonces estaba prohibido vender en la vía pública.

El lugar de reunión de libreros y anticuarios eran las calles de Argentina, Paraguay y Haití, aunque también en Tepito ponían sus libros. No obstante, hubo conflictos y se formó la organización para decirle al regente de la ciudad que estaban vendiendo cultura y, por lo tanto, se les debía permitir quedarse donde estaban. Así surgió lo que hoy es La Lagunilla. Ya cuando inauguraron el mercado en Rayón, Allende y Comonfort, los trasladaron.

Mi papá aprendió el negocio de uno de los hermanos de mi mamá, con el que trabajó. Ellos llevaban 10 años yendo a vender a La Lagunilla. Puso su propia librería en 1945; era casi como una bodega, porque la venta era los domingos: de ahí sacaba el gasto de toda la semana, pero tenía sus sacrificios.

¿Sacrificios?
Había una regla inquebrantable en la familia: todos los hijos varones teníamos que ayudarle en el trabajo a mi papá desde que entrábamos a la primaria y mientras viviéramos en su casa. Los sábados nos decía qué libros guardar en cajas para llevarlos; los domingos acomodarlos en las mesas, cuidar que no se los robaran y dar precios; los lunes ponerlos de vuelta en los libreros de la tienda.

Odiábamos La Lagunilla por tener que ir los domingos. El día para estar con tus cuates, jugar la cascarita o lo que sea, nosotros teníamos que trabajar. Por eso ninguno de los hijos chicos quería ser librero y entramos tardíamente al negocio; no a los 18 años como mi hermano Ubaldo.

Yo estudié etno-historia, uno de mis hermanos es sociólogo, otro matemático, otro psicólogo, y así también mis hermanas. Todos estudiamos una carrera profesional; pero, ya ves, igual nos atrajo más el libro: desde niños aprendimos, estuvimos pegados a ellos.

¿Por qué hay una calle de librerías de viejo?
Mi hermano Ubaldo inició en 1968 porque había un local bastante bueno en Donceles número 79, en el barrio universitario. Aunque los estudiantes ya se habían ido a CU, a cuadra y media está la librería Porrúa que atrae mucha gente.

Uno de mis tíos fue el que lo encontró pero, como era bastante grande para él solo, le propuso a mi mamá que abrieran una librería entre los dos. Partieron el local, ella se quedó con el pequeño y se encargó Ubaldo. Ésa, la librería Selecta, fue la primera por parte de los hermanos, aunque ahí ya había otras: la México, por ejemplo, que lleva más de 70 años.

Los chicos comenzamos en 1975 en la calle de Baja California, de la colonia Roma. Mi papá rentó una casa que tenía un localito comercial y ahí estuvo. Duró 5 años porque ya estábamos aburridos: como era de la casa la atendíamos todos, pero a la vez nadie.

En 1985 puse otra con mi hermano Francisco ahí cerca: en Durango número 12. Como la de Ubaldo, ya era independiente de mi papá; pero vino el temblor: se cayó la SECOFI, toda la zona, y se disminuyeron terriblemente las ventas porque no había gente.

Un año después nos unimos todos los chicos. Nos venimos al centro y juntos abrimos una librería en la calle de Perú, pero era muy mal local. La dejamos y nos fuimos a Palmas. Después rentamos en Donceles 74, luego se desocupó en frente el número 75, más tarde nos traspasaron uno bastante grande en el 78 y después el 74. Entre 1988 y 1991 abrimos El mercader del libro, La Librería de viejo, Los hermanos de la hoja y, al final, El laberinto.


¿Se hereda este negocio?
No necesariamente. Hay muchos libreros que se hacen porque les gusta leer, venden sus libros para comprar otros y un día se meten de lleno al negocio.

En nuestro caso viene familia. Viéndolo a la distancia todo sucedió muy rápido: mis tíos, mi papá, mis primos, mis hermanos, mis sobrinos, los hijos de mis primos y hasta 2 cuñados nos hemos dedicado a esto. Como es un negocio que deja para vivir, los herederos empiezan a poner librerías.

Pero “herederos” es un decir: nuestros padres no nos dejaron dinero. Nosotros sólo aprendimos de los libros y crecimos con ellos. Ahora ya con carrera profesional y criterio para elegir a qué nos queremos dedicar, hemos vuelto a lo mismo que iniciaron nuestros tíos de parte de mi mamá.

No obstante, hay que recordar lo que hizo mi padre: aunque empezó después que ellos su puesto. llegó a ser el más visitado en La Lagunilla. Ahí se juntaban domingo a domingo todos los intelectuales de la época: Ignacio Bernal, León Portilla, los dos Caso, Martín Quirarte, Rubén Bonifaz.

Cuando mi papá compraba una buena biblioteca les hablaba por teléfono y siempre que vendía un libro súper exclusivo le daba un beso antes de que se fuera. Me llamaba para que yo también se lo diera: “Mi papá tan exagerado”, decía yo. Pero ahora que le tengo gran aprecio a los libros antiguos, me cuesta mucho trabajo deshacerme de ellos. A mi papá, no: siempre terminaba vendiendo hasta los que me regalaba diciendo que ya llegarían otros. Él era así.

Referencia:

http://sepiensa.org.mx/contenidos/2006/s_libreriasdeviejo/5familia/p1.html

El Librovejero

El librovejero . Un termino que desconocia hasta que encontre un ejemplar llamado "20 años de libros", de Fernando Ibarra De Anda editorial Juventa, México 1956.
El joven librero de viejo, se entrega a la tarea de la lectura, despues abandona su noble profesión para entregarse a los libros , el comprar y vender es una tarea espiritual lo llena todos los días, a menudo la juventud tiene mayor retención de los libros que pasan por sus manos; Recuerda las primeras ventas, los primeros clientes, las ediciones valiosas, las malas valoraciones de libros, siempre se engaña pensando en una gran venta del ejemplar más valioso en su poder; El descubrir con el pasar del tiempo y no hay comprador especialista, es frustrante; El día menos esperado un ejemplar, despreciado por el librovejero es una joya para un cliente, este lector entrado en confianza es un hombre que ayuda a nuestro amigo librero a vender libros por sus recomendaciones y mientras el mercader lo trate con la delicadesa de un rey, será un cliente-amigo por aquel hallazgo descubierto, comprende que el jóven librero es un mensajero de los libros viejos.
El librero por su adopción a la lectura paso a mercader, despues a comprador empedernido, esclavo de los libros y con el tiempo del Ex-libris, primeras ediciones, raros, autográfos, grabados, empastados, libros principes, libros de arte, antiguos, ediciones regionales, postales, cartas, fotos, etiquetas, recetas de cocina, documentos, titulos, todo aquello encontrado de los anteriores dueños, disponer de la esperanza un incunable.
El librero de viejo , ahora jóven debe ser impulsor de movimientos a la lectura, cultura, el tiene un espacio fisico de debate, un centro de reunión que muchos lectores añoran, y es catalizador para la amistad, hoy la modernidad no lo permite en una panadería o internet; La librería es un templo de conocimiento, el librero siente respeto por la mercadería, el lector y lo más importante el "LIBRO".
En México las historias de exíto, son excepcionales y contribuyen a reforzar la ilusión de los que no hemos tenido fortuna; El ejemplo más claro, Donceles, una calle llena de librerías en la ciudad de México y credad a fuerza de mucho trabajo por los hijos de Don Ubaldo López Barrientos; Los López Casillas propietarios de los comercios, los hermanos de manera igual sumaron esfuerzos para crecer y lo hicieron despues de 20 años consolidan el "Centro Librero Donceles" o "Librerías de Ocasión"; Los hermanos de la hoja, jóvenes experimentados; Libreros de segunda generación, comprendieron los errores de la anterior, pero ahora se llena de libros que no permiten el paso a otros interesantes; Usted le dice al mercader los libros a desechar, yo no me atrevo.
Francia protege a sus famosos "bouquiniste", México lo hará algun día.
Felicidades Librovejero Alfredo Bojorquez
César Diz
Referencia:
http://www.bibliographos.net/article.php?id_article=1408