9 de Abril 2009
La búsqueda de los libros de Luis Spota, autor que causó mucha polémica la semana pasada, me llevó a una “librería de viejo”. Tuve la oportunidad de hablar con su dueño, Agustín Jiménez, quien me ayudó a desterrar ciertas ideas acerca de las también llamadas “librerías de ocasión” y a comprobar algunas de mis teorías. De entrada, yo pensaba que quien se dedicaba al negocio de la compra-venta de libros usados lo hacía por herencia familiar. No es así en el caso de La Torre de Lulio, que así se llama el local de Jiménez, ubicado en la colonia Condesa, en la Ciudad de México, ya que él decidió comenzar esta labor desde cero, aunque decir que desde cero no es justo, porque arrancó como gran lector y amante de los libros. Hay, sí, una dinastía de libreros de viejo en el Centro Histórico de la Ciudad de México, en donde varios de los locales pertenecen a la familia López Casillas. Hay muchas más (librerías y dinastías de libreros), yo mismo las he visto en ciudades como Xalapa, Culiacán, Puebla.
¿Pero por qué ir a una librería de volúmenes usados? Para mí es el sitio en donde encuentro todo lo que no sea novedad. De pronto las grandes librerías han estandarizado sus catálogos y uno sabe que en casi todas hallará los mismos libros en la mesa de novedades y un poco de variedad en los anaqueles. La librería de viejo, por el contrario, es un lugar al que se va por la sorpresa, por el texto que no editó más, por un raro ejemplar de edición limitada o simplemente a dejarse seducir por el libro como objeto que, contra todo pronóstico, no se extingue.
¿Tú compras libros viejos? Yo sí. Sobre todo porque las grandes casas editoriales han dejado de lado a muchos autores que no son negocio y si se les quiere leer, los libros de antaño son la única opción. Pero no sólo es un asunto de conveniencia, cuando veo, en cualquier rincón de la ciudad, a alguien vendiendo libros usados, invariablemente me detengo a curiosear. Es el síndrome de la búsqueda del tesoro: así, por ejemplo, encontré hace algunos años un ejemplar firmado de una novela de Alfredo Bryce Echenique.
Agustín Jiménez me cuenta que en librerías como la suya subsiste la figura del librero, ese ser culto, con gusto y amor por libros, que sabe de autores, ediciones, géneros y puede orientar tanto a estudiantes de secundaria como a coleccionistas exigentes. Es su caso: a él llegan escritores como Guillermo Sheridan, Juan Gelman, Alí Chumacero en busca de primeras ediciones de autores como Octavio Paz, Jaime Sabines o Marco Antonio Montes de Oca. Se queja, y yo lo secundo, del poco oficio con que cuenta el personal de las “librerías de nuevo”, en donde a veces ponen cara de susto cuando se les pregunta por algún autor que no sea de los de cajón.
¿Crees que el libro está destinado a desaparecer debido a la tecnología? Ya hay e-books, se pueden bajar libros en formatos varios y muchísimas bibliotecas tienen enormes catálogos digitalizados. Sin embargo, comentamos Agustín Jiménez y yo, esto no ha hecho sino revalorar al libro. Me explico: en los formatos digitales no hay primeras ediciones, ni libros autografiados y mucho menos dedicados de un escritor a otro, tampoco se cuenta con las notas al margen hechas por algún obsesivo lector (yo odio los libros marcados, pero hay a quien le gustan), y mucho menos ilustraciones o grabados de gran valor. ¡Y qué decir de los encuadernados y empastados! O de las calidades de papel o la belleza de la tipografía. Yo auguro que en unos años el libro será un objeto cada vez más valioso, especial e incluso elitista.
Encontré que los libros y las librerías de viejo gozan de cabal salud y sólo son amenazados, igual que nosotros, por el paso del tiempo: somos papel.
¿Tú visitas librerías de viejo? ¿Qué virtudes, ventajas, desventajas les encuentras a estos establecimientos? ¿Prefieres los libros nuevos? ¿Has hecho hallazgos interesantes entre los anaqueles de las también llamadas librerías de ocasión?
Ah, y sí, Jiménez tiene todo de Luis Spota.
EN LA META
Ve preparando un par de libros para Semana Santa, La Reina del Pacífico, de Julio Scherer no tiene desperdicio, es una gran entrevista periodística que nos descubre una personalidad muy interesante y su relación con capos y narcopolicías. Si lo tuyo son los libros usados, te recomiendo que leas a Lope de Vega, un autor del Siglo de Oro que, él sí, nunca pasará de moda porque su obra es eterna; o bien, déjate llevar por tu gusto y elige lo que te atraiga.
Referencia:
http://blogs.eluniversal.com.mx/weblogs_detalle7401.html
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